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PRESENTACIÓN

El dinamismo de la realidad en la que tanto seres humanos como instituciones estamos inmersos, nos obliga a reformular constantemente todos aquellos documentos que norman e inspiran el quehacer diario de las estructuras que los modulan. Y más, cuando se trata de contenidos educativos, pues al tener como finalidad la formación integral de la niñez y la juventud que están en constante transformación, si no se adaptan y reformulan, corren el riesgo de convertirse en instrumentos estériles: “Si la sal pierde su sabor” …, ¿para qué sirve?

Correlativamente, al estar inscritos en el “Sistema de calidad” de la FLACSI (Federación de colegios de la Compañía de Jesús), como es el caso del Instituto Cultural Tampico (ICT), no puede menos que estar constantemente a la vanguardia educativa respondiendo a los desafíos que esa misma realidad va marcando en un proceso constante de Aggiornamento, como se exhortaba después del Concilio Vaticano II. En el Evangelio, Jesús exigía leer los signos de los tiempos, pues en ellos se encuentran las invitaciones constantes que Dios nos hace a través de la realidad y a las que hemos de responder.

La Pandemia trastocó la realidad del mundo. No sólo el orden sanitario o económico, sino todas las estructuras de la vida humana: social, política y educativa… La pobreza acrecentó la desigualdad entre las personas y los pueblos; la armonía familiar entró en crisis, el sistema educativo y de salud colapsaron…

La educación tampoco podía sustraerse de las consecuencias que afectaron la vida entera del planeta, como si fuese un nodo de otro universo. La pedagogía rompió su lento caminar de adaptación y transformación, se vio obligada a realizar cambios cualitativos y adaptaciones vertiginosas en un tiempo récord, para responder al nuevo contexto.

Los profesores tuvieron que reorientar la brújula; los alumnos se saturaron de las clases en dispositivos digitales; las situaciones afectivas se desquiciaron provocando severas crisis socioafectivas en los alumnos y sus familias y, por ende, en las escuelas. El desconcierto se generalizó y las respuestas de emergencia se dieron; sin poder compensar adecuadamente las pérdidas que la educación presencial significó; años perdidos, no sólo de componentes académicos, sino de aspectos de socialización afectiva fundamentales para el mundo de los estudiantes, principalmente de educación básica. Se detuvo el proceso de crecimiento de la niñez y la juventud; su desarrollo afectivo, su mundo de relaciones, de quereres y afectos, sus procesos
normales de maduración…

Los recursos tecnológicos tuvieron que actualizarse a un ritmo no planeado; a la distancia vimos con satisfacción que pudimos responder a esas exigencias y constatamos algo muy valioso: que la crisis sanitaria nos había dejado un subproducto nada despreciable. Mucho aprendimos que no podemos perder; respuestas que atrabancadamente dimos, hoy llegaron para quedarse, integrándose progresivamente a la academia.

Y la vida sigue. La pandemia ha quedado atrás; pero no los retos permanentes de una educación como la nuestra en el estricto horizonte de formar integralmente a niños y jóvenes para la fe y la justicia, en un mundo que sigue quedando en deuda con el Proyecto del Reino.

A eso va nuestro proyecto curricular: a rescatar lo mejor que tenemos de la tradición ignaciana, para proyectarlo al futuro y a los nuevos retos ya presentes. Todos los elementos que implica el Proyecto (metodologías, ABP, trabajo interdisciplinar y colaborativo, experiencias de aprendizaje, tecnologías, contenidos, instalaciones, recursos, actualizados), etc. han de estar orientados hacia esa nueva realidad a la que hoy estamos irremediablemente abocados.

Por eso, nuestro Proyecto Curricular Institucional ha modificado no sólo sus metodologías o sus recursos pedagógicos; sino también ha seleccionado cuidadosamente los contenidos más fundamentales del currículo y puesto especial énfasis en el crecimiento y maduración de los estudiantes, para mejor responder a los retos.

Este proyecto describe los desafíos y objetivos de aprendizaje para cada nivel escolar, proporcionando, al mismo tiempo un itinerario para alcanzarlos, es un paso de adaptación y respuesta a lo que hoy hemos vivido. Ahí se encuentran los desafíos de cada ciclo, nivel educativo y perfil del estudiante; lo que se espera aprender y cómo se realizará en cada uno de los sectores de aprendizaje, que incluyen los ámbitos de pastoral y de orientación.

Esta nueva formulación no dejará de ser algo provisional, pues jamás podremos ignorar el dinamismo evolutivo de la vida que siempre nos presenta nuevos signos de los tiempos.

Con la gracias de Dios, nuestro mayor deseo es responder adecuada y creativamente a la misión educativa de fe y justicia que hemos recibido como gracia, con la conciencia clara de formar ciudadanos globales para la transformación del mundo.

Agradezco el trabajo de muchos equipos y educadores que hace ya varios años discuten y ordenan su labor para dar vida a este texto, siempre “in fieri”, de acuerdo a los desafíos que el país y la realidad nos marcan.

Dr. Fernando Fernández Font, S.J.
Rector
Tampico, Tam. Abril de 2023

PCI

PROYECTO CURRICULAR INSTITUCIONAL